Frente a la dolorosa y delicada situación acaecida en el
país por la identificación de una red de explotación sexual de niñas que opera desde
el año 1993, como Observatorio Metropolitano de niños/as y jóvenes víctimas de
explotación sexual (ESCNNA), queremos hacer el siguiente llamado:
“Ante todo se debe tener presente la dignidad de los
niños, niñas y adolescentes que son vulnerados en sus derechos”.
La
explotación sexual comercial (ESC) es una de las peores vulneraciones a las
cuales están expuestos nuestros niños, niñas y adolescentes. Es consecuencia de
una historia traumática de vulneraciones, vivenciadas desde la primera infancia,
que se enmarca en contextos de desigualdad y exclusión.
Es
necesario considerar un contexto individual, familiar y social para comprender la
magnitud del daño experimentado por los niños, niñas y adolescentes víctimas. Son
historias de vida marcadas por el maltrato y el abuso tanto fuera como dentro
de sus familias, las que a su vez no han desarrollado su capacidad
de protegerlos dadas las vulneraciones que sus miembros históricamente han
vivido.
Este
contexto determina que los niños, niñas y adolescentes vayan asumiendo como
“natural” una forma de relacionarse con los adultos que atenta contra sí mismas/os,
disociando sus sentimientos de su actuar. Los explotadores se presentan ante
ellos como adultos seductores que les entregan “atención”, de esta manera manipulan
y se aprovechan de sus necesidades de afecto,
utilizándolos como una mercancía transable para su satisfacción
personal.
Frente
al desbaratamiento de la red se ha señalado en diversos medios la cuota de
responsabilidad de jóvenes de 16 o 17 años de edad argumentando que poseen
discernimiento frente a la situaciones de explotación. Como Observatorio
Metropolitano consideramos sumamente grave esta postura, que olvida el inexcusable
atentado contra la dignidad humana involucrado en el intercambio con fines
sexuales y el daño que éste genera, reforzando y naturalizando el círculo de la
explotación al responsabilizar a los niños y jóvenes y no a los clientes y
explotadores. Son éstos quienes, valiéndose de la seducción y de su poder
económico y/o afectivo, se aprovechan de su vulnerabilidad para la obtención de
placer sexual. La responsabilidad nunca está del lado del que está siendo
vulnerado.
Cabe
destacar, que tener relaciones sexuales a cambio de dinero u otras prestaciones
de cualquier naturaleza con niños, niñas
y adolescentes es un delito. Esta
realidad se tiende a invisibilizar o bien a naturalizarse, de ahí que sea necesario
reforzar los compromisos de todas las instituciones intervinientes y de la
sociedad completa. Todos somos responsables de proteger a los niños, niñas y
adolescentes de esta forma de esclavitud del siglo XXI; está en cada uno de nosotros el deber de la detección, protección y la denuncia.
Corporación Opción
ONG Raíces
ONG Social Creativa
Centro de Políticas Públicas UC
Fundación San Carlos de Maipo
Sename
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